sábado, 8 de enero de 2011

Joaquín

La noche transcurrió lenta. Joaquín no pudo dormir después de lo sucedido. Ese silencio era el resultado de la histeria desatada minutos antes. Maldito silencio, pensó. ¿Cómo es posible que en el mutismo se concentre tanta incertidumbre? Estaban en cuartos distintos pero los dos sentían el palpitar del otro; se conocían muy bien, por eso sabían cómo partirse la madre.
Al principio la relación era perfecta, la mayoría del tiempo estaban juntos; admiración mutua, interés de ambas partes por conocer a la otra persona y sobre todo, respeto. Joaquín tenía más años, quizá por eso dominaba en la relación; sin embargo intentaba buscar equidad en las decisiones. Pero hay un demonio que llega y destruye todo, el tiempo. De pronto todo se vino abajo; se dieron cuenta que estaban parados en un polvorón. Éste se derrumbó y cada quién tuvo que buscar cómo salvarse, aunque el otro se fuera al hoyo.
Joaquín creció y se volvió distante; conoció otras personas y se dio cuenta que lo que había celebrado anteriormente era aburrido y monótono, siempre lo mismo.
Con la edad le encontró sabor a lo prohibido y a las mujeres. La primera vez que tuvo a una, supo que no las dejaría jamás. Una de ellas fue la causante del desmadre que se armó. Se le hizo fácil meterla a su casa; sabía que no llegaría nadie en un buen rato, pero el buen rato se mudó a las sábanas. El tiempo, viejo demonio, se lo chingó, nunca le avisó que se esfumaba. Se perdió en ella una y otra vez, la probó con gran apetito y cuando se preparaba a culminar, escuchó un estruendo… ¡Saca a esta puta de mi casa!
El grito fue el pequeño incentivo para despertar la histeria, ella se fue. Comenzaron a gritar, empujones, forcejeos y una infinidad de insultos. La adrenalina inundó el cuarto, pero cuando ésta murió, los dos flaquearon y cada uno se fue a otra habitación. Chinga tu madre, concluyó Joaquín.
La noche destruye al día y el día se termina con la noche, cada color del cielo es una escena distinta. Cuando el cielo se vistió de un azul claro, el panorama era distinto; Joaquín reflexionó y decidió conciliar, fue a la otra habitación, besó su frente y se despidió. Me voy a la escuela, te cuidas papá, dijo Joaquín.