En fechas recientes dos amigos
entrañables despidieron a sus padres. Es cierto que la muerte es parte de la
vida pero decir adiós es sumamente complicado, y más si se tiene que despedir
de alguien tan importante en la vida de las personas. Estos sucesos me hicieron
agradecer lo dichoso que soy al tener a mi papá con vida.
La relación padre e hijo siempre
es de altibajos, hablo en mi caso. Cuando era
pequeño mi padre era mi ídolo, lo sigue siendo; con la pubertad y la
adolescencia me llegó la desobediencia y tuvimos nuestras discrepancias. Creo
que es parte de un proceso, natural, de rebeldía que todos experimentamos.
Después me di cuenta que mi jefe tenía razón y que todos los regaños e incluso
bofetadas fueron bien ganadas. He tropezado por no escuchar los consejos de alguien
que ha vivido más que yo y que sólo quiere lo mejor para mí, pero bueno, a base
de trancazos he aprendido a hacerle caso al Dr. José Luis Hernández Pineda
(Gastro-Pineda). He compartido mucho con mi papá y creo que tengo un gran ser
humano como padre, no sólo lo veo como una figura jerárquica, lo veo como a un
amigo.
Hace poco leí que la vida no es más que un camino que
va desde la cuna a la tumba, creo que es cierto y que es necesario aprender
cada día. También es necesario decirles a las personas que queremos lo que
sentimos porque algún día no estarán, ni nosotros tampoco; flores a los vivos,
a las tumbas para qué. Es absurdo dejar que los rencores nos alimenten, es
mejor perdonar y dejar que todo fluya; al final nadie saldrá vivo de esto.
Les dejó un video que le dedicó a
mi viejo
Mis jefes |
Saludos intergalácticos.