Beef y Beco muy felices |
Era un sábado de mayo por la
tarde en la ciudad de la eterna primavera, el escenario perfecto para echar una carnita asada. La carne asada se lleva con cervezas y, sobretodo, con amigos. Llegué temprano a la cita a casa de Beco, aún
no llegaban todos los comensales por lo que decidimos destapar unas cuantas frías
e hidratarnos. Beef, proveniente de Querétaro, no tardó en llegar y nos
acompaño en la ingesta calórica. Los demás invitados acudieron después, todos
con la disposición para pasarla en grande.
La comida, cortesía de Beef, estuvo fabulosa, todos acabamos satisfechos y con ganas de seguir conbebiendo. Después de la carne y las chelas es imposible no migrar al fuerte, después de unos buenos cortes y de la cebada llegó la famosa cuba. Una vez que se empieza con el frasco difícilmente se terminará de manera tranquila.
La comida, cortesía de Beef, estuvo fabulosa, todos acabamos satisfechos y con ganas de seguir conbebiendo. Después de la carne y las chelas es imposible no migrar al fuerte, después de unos buenos cortes y de la cebada llegó la famosa cuba. Una vez que se empieza con el frasco difícilmente se terminará de manera tranquila.
Las cubitas nos iluminaron para
entrar en contacto con el reino animal, todos pedimos por Simba, el can de
Beco. Nos llamó la atención que estaba muy juguetón pero callado, cuando su principal
característica siempre ha sido: ladrar mucho. Nos dimos cuenta que tenía un
nuevo collar, éste era un collar anti ladrido; cuando el perro ladra el aditamento
le da toques. Debido a nuestro estado etílico nos tardamos un poco en descifrar
el funcionamiento de ese artículo; no se activaba con el sonido del ladrido
sino con la vibración que se produce cuando se genera el ladrido, para que se
genere la descarga se debe de poner en el cuello del can.
El alcohol otorga una
lucidez asombrosa, siempre suceden los hechos más insólitos y las aventuras más
sorprendentes; el alcohol nos hace hacer cosas que normalmente no haríamos. Nos
pusimos el collar de Simba, cada quien en su respectivo turno, y empezamos a
ladrar, las descargas fueron descomunales pero plagaron la reunión de risas y
diversión. Dejamos nuestro nuevo juguete por un rato, pero cuando ya estábamos bien
persas nos dimos toques con singular alegría, a diferencia de los toques-toques
que se pueden poner en cualquier parte del cuerpo, el collar de Simba sólo se
pone en el cuello por lo que no dejamos
de ladrar en un buen rato.
Al día siguiente tenía un dolor
intenso en el cuello, al grado que me dolía tragar saliva, pero son gajes del
oficio. La peda te lleva a lugares imprevistos; no sabes cuándo estarás
borracho con tus amigos ladrándole a la luna.
Saludos intergalácticos.
Collar similar al utilizado por el pequeño Simba |
No hay comentarios:
Publicar un comentario