Me encontraba de ocioso en
facebook, estaba viendo la última foto en la que fui taggeado cuando, sin
querer, regresé a las pics más antiguas y vi la primera foto en la que fui
etiquetado. El impacto fue demoledor, de aquel tórrido verano del 2007 sólo
queda el recuerdo; en la foto actual aparecen unos cachetes impresionantes y la
redondez de mi cara es sorprendente.
Desde pequeño siempre tuve
problemas con el peso, pero no con el sobrepeso sino con la ausencia de éste.
Era un chiquitín sumamente delgado por no decir enclenque, mi padre siempre me
llamó “Flaco” o “Hueso”, lo sigue haciendo aunque sólo por costumbre, el mote
no aplica actualmente. Recuerdo como mi tía Nona recriminaba a mi madre por no alimentarme
de manera correcta; algún entrenador de fútbol me recomendó echarle unas cuantas
papas al arroz para subir de peso; en la universidad me atascaba de comida con
mucha proteína para incrementar unos cuantos kilates. Después hice bastante
ejercicio, subí un poco de masa muscular y tuve la fortuna de poseer una buena
forma física, nunca mamado pero si marcado, lástima que nada dura para siempre.
Pensaba que la delgadez sería una
constante en mi vida, la realidad es otra. Con la vida laboral llegó el sedentarismo,
empecé a comer mucho y a moverme poco, los kilos de más tocaron a mi puerta, subí
de peso de una manera considerable. Los comentarios no se hicieron esperar: te
veo más repuestito, has crecido, veo que embarneciste, estás cachetón; las
clásicas preguntas: ¿Engordaste? ¿Recibiste un bono? ¿Hace cuantos kilos no nos veíamos? Y mi favorita: ¿Qué te
panzó?
En lugar del abdomen marcado que
solía tener ahora tengo una panza formidable, en lugar de mis incipientes
pectorales ahora luzco las mismísimas man-boobs. La situación no es tan
alarmante, cerrando el pico y sudando un poco sé que regreso a mi antigua forma
física, el problema es que existen muchas tentaciones a mí alcance, comer es un
deleite y se me antoja todo. Intento ser fuerte pero constantemente peco.
Todas las semanas vivo una lucha
entre estar sano o ser el gordito de la cuadra. Seguiré luchando, sino logro
estar en mi peso ideal me queda de consuelo la frase de un gran amigo
regiomontano de huesos anchos: ¿Cuándo han visto un semental flaco?
No son lo mismo los tres mosqueteros que veinte kilos después…
Saludos intergalácticos.
La trágica transformación |
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