Durante toda la semana tuve un
acompañante en mi habitación, al caer la noche se anunciaba, cuando la
oscuridad era lo único presente comenzaba a cantar. Toda una semana habitó un
grillo en mi cuarto; los primeros días conciliar el sueño fue casi imposible,
posteriormente su cantico se convirtió en el arrullo que me ayudaba a dormir.
La noche de ayer, cuando el
sueño ya me tenía al borde del nocaut, decidí
hacer la última parada técnica de la jornada. Al llegar al baño lo primero que
vi en el piso fue el pequeño insecto; era mucho más chico de lo que yo pensé,
el animalito se quedó inmóvil, parecía que me estaba esperando. No sé por qué,
pero lo único que pasó por mi mente fue aplastarlo, tuve unos segundos de duda
pero al final le di jaque mate.
Al regresar a mi habitación, un
sentimiento de culpa me abordó. Me acosté y al mirar a lo alto del librero vi
al “Pepito Grillo” de peluche que hace unos años me regaló mi mamá, el muñeco parecía
molesto, creo que le dolió que maté a su
primo o a su sobrino. Durante unos minutos medité el por qué había pisado al
grillito cantor, la única respuesta que llegó a mi mente fue: instinto.
Cerré los ojos e intenté dormir,
no pude, algo me faltaba. Cerré los ojos y esperé escuchar la voz del primo de
Cri-Cri, ésta ya no se iba a oír, yo la había silenciado.
Saludos intergalácticos
Mi Pepito Grillo |
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