Los vicios representan un arma de doble filo, por un lado proporcionan grandes placeres y por otro lado generan graves problemas. Todos hemos estado tentados por las delicias momentáneas que éstos generan. Los vicios son parte de nuestras vidas, representan lo prohibido, son gustos que se presentan constantemente, a la mayoría los conocemos en la adolescencia y es donde somos más proclives a caer en sus garras.
A lo largo de mis 26 años he probado las dulzuras de distintos vicios, los cuales no mencionaré en este espacio. Lo que puedo presumir con orgullo es que nunca he caído en las trampas de un vicio letal. Ayer estaba con una amiga teniendo una charla muy amena cuando me preguntó: ¿Nos echamos un cigarrito? A lo que respondí con orgullo: No fumo.
He sido calificado como vicioso en diversas ocasiones por propios y extraños, fumar sería algo irrelevante, un vicio más un vicio menos, qué más da.
¿Por qué no fumo?
Recuerdo que cuando tenía escasos doce o trece años mí mamá me cachó con un cigarrillo, mi jefa no se alarmó y tranquilamente me dijo: si fumas no vas a crecer. En ese momento no le presté mucha atención porque mi corta estatura no era algo alarmante, era bajito pero tenía varios compañeros de la misma rodada.
Conforme pasaba el tiempo y transcurría la secundaria todos crecían menos yo. Puedo decir que no hay nada peor en la pubertad que ser el chaparro del salón, es peor que ser el gordito porque los kilos se van con ejercicio pero hay veces que los centímetros no llegan ni con la ayuda de la asquerosa “Emulsión de Scott”. Para que no cayera en los placeres de la nicotina me repetían en casa la temida oración, SI FUMAS NO VAS A CRECER.
Después de mucho esperar, las pulgadas aparecieron, alcancé la estatura del mexicano promedio y hoy en día presumo con orgullo mi 1.76 m. No soy el más alto pero ya no soy la pirinola que solía ser, los apodos como enano, enanoplas o chapatrapa se quedaron. Cuando crecí ya todos sabían fumar y yo ni siquiera le sabía dar el golpe, se me hizo absurdo aprender a esas alturas del partido. A la fecha cuando me ofrecen un cigarro, como el día de ayer, me retumban en la cabeza las palabras inmortales de mí querida madre: SI FUMAS NO VAS A CRECER.
Saludos intergalácticos.
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