Hace poco volví a frecuentar a un gran amigo, con él conviví mucho en la secundaria, al volver a cotorrear con este valedor me fue imposible no recordar algunas de las cosas que vivimos cuando teníamos 13 años. De inmediato me vino a la mente la primera vez que compramos una revista pornográfica, ese soñado material didáctico para hacer volar la imaginación y darse unos jalones de orejas.
Cuando yo tenía 13 años parecía un niño de 7, por lo tanto la labor de comprar una revista picante era mucho más complicada. Aún recuerdo ese nervio al acercarnos a los puestos, hacernos tontos, esperar a que se alejaran las demás personas, ver de todo un poco y preguntar cuánto costaban las revistas de chicas sin ropa. Obviamente nos batearon de muchos puestos de periódicos, la respuesta era siempre la misma: esas revistas no son para niños.
Quizás por el trauma de no poder conseguir revistas que aceleran el pulso, a edad adulta me hice fan de la revista del letra muda y de la del conejito, me hice fan pero únicamente porque me gustan los artículos que publican en esas revistas, no por otra cosa.
Desde aquel tórrido 1998 las cosas han cambiado mucho, antes los puestos de revistas no estaban plagados de revistas para caballeros, antes no se tenía el acceso a Internet que se tiene hoy en día. En la red no existían paginas como youporn, youjizz, xvideos y otros portales llenos de material triple x (cabe destacar que nunca he visitado ninguno de estos sitios, pero algunos conocidos que los han visto me cuentan maravillas).
Hoy en día los chavos tienen más material a la hora de las manualidades pero no cambio por nada ese primer acercamiento a las revistas XXX aunque me hayan negado su venta en innumerables ocasiones.
Recuerden que hay veces que es mejor hacer justicia por propia mano.
Saludos intergalácticos.
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