La vida está llena de placeres, algunos buenos, algunos malos, algunos peligrosos y otros democráticos. Los últimos no distinguen absolutamente nada, ni color, ni raza, ni economía, ni peso, ni genero. No hay nada mejor que ir al baño y deshacerse del exceso de equipaje o echarse una buena pestañita.
Hoy fue el cumpleaños de mi hermana, a quien felicito por este medio. Felicidades Nadia. Debido al nacimiento de mi hermana (no diré su edad) la familia se reunió. La reunión incluyó al diablillo o angelito (dependiendo del cristal con que se mire) de Renata, mi pequeña sobrina de 2 años y meses. La chamaca nadó, corrió, jugó y comió, después de tanta actividad y un buen festín gastronómico nada mejor que dormir un rato, la enanita se durmió como los grandes.
Al verla echarse una jetita, pensé en la delicioso que es dormir. La chaparra se veía preciosa y llena de calma como si nada le importara, sólo seguir durmiendo. Creo que la vida está hecha de placeres y echarse un buen coyotito es uno de ellos, el dormir no deja de ser una necesidad fisiológica pero también es algo que se disfruta de maravilla. Resulta más que placentero, llegar a casa después de un día de trabajo, recostarse en la cama y recibir con los brazos abiertos al buen Morfeo (Dios del sueño en la mitología griega).
Buenas noches.
Saludos intergalácticos.
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