Nuevo Plumaje
Estamos en plena liguilla del balompié azteca, se jugarán las semifinales. Los dos grandes ausentes son el América y las Chivas, las escuadras de mayor convocatoria a nivel nacional. A pesar de que el cuadro de Coapa no será campeón, siempre da de que hablar. Se presentó la nueva playera del América. Las águilas tienen nuevo plumaje (ni tan nuevo). Es más bien una réplica casi idéntica de uno de los uniformes más ganadores de la historia del futbol mexicano. Después de tres de las peores campañas que ha tenido la institución en sus 92 años, su nueva playera nos hace recordar al poderoso y casi invencible América de los ochentas.
Al ser americanista hasta el tuétano, resulta imposible no haber escuchado de ese equipo que arrasaba. Es cierto nunca los vi jugar, pero los números hablan por sí solos. Obtuvieron 5 títulos en 10 años, cuando cada año sólo tenía un campeón, actualmente al año hay dos campeones. Un solo equipo ganó el 50% de los campeonatos en disputa. No sólo ganaba, también era espectacular, goleaba a quien se le paraba enfrente. Muchos equipos que no aspiran al título tenían una temporada digna sí derrotaban al gigante. Hoy en día el América es un equipo más.
En esa época todo cambió para el equipo de Televisa. Se les rebautizó como “las águilas”, después de haber sido “los canarios”. El nuevo mote fue acompañado por una estrategia publicitaria ambiciosa. Desde la década de los sesentas, los de Coapa eran conocidos como los millonetas por sus contrataciones y por sus propietarios (dueños de Televisa). Pero en esta década sacaron la chequera e hicieron contrataciones deslumbrantes como la del brasileño Antonio Carlos Santos o el argentino Héctor Miguel Zelada.
El América no sólo era un equipo de extranjeros, se hizo una importante fusión entre foráneos y mexicanos. La base mexicana era principalmente de la cantera azulcrema. Jugadores que habían estado en la institución desde niños, jugadores que sentían los colores como propios. Tal era el caso de Cristóbal Ortega, Carlos Hermosillo, Juan Hernández y por supuesto Alfredo “El Capi” Tena. El denominado Capitán Furia fue el emblema americanista por excelencia. Defensor central de gran fuerza, capaz de parar a los delanteros más habilidosos, era también un excelente rematador de cabeza. Todo un líder en el terreno de juego, militó en la institución por 15 años.
Extranjeros y mexicanos fueron guiados por técnicos que habían jugado para el equipo como Carlos Reinoso, una verdadera leyenda del club. Pero el éxito estuvo principalmente en los directivos. Panchito Hernández fue el presidente durante esa época de esplendor. Hombre honesto que amaba y respetaba a la institución. La clave era que no recurrían a los promotores, la directiva iba directo a Sudamérica a ver a las futuras contrataciones. Se perseguía un beneficio para la escuadra, no un beneficio económico para ellos. No sólo contrataban jugadores, contrataban personas, se les visitaba a los jugadores en sus domicilios, para conocer a sus familias y saber en realidad quienes eran.
El cuadro era imponente porque su estructura también lo era. Había orden y disciplina, los jugadores se morían en la cancha por sus colores, eran guerreros que sabían que el Estadio Azteca es un estadio sagrado. La época dorada terminó y se dejó de producir esos jugadores que sentían los colores. Se empezó a comprar jugadores carísimos que no pudieron con la presión de jugar en un equipo grande. Se recurrió a promotores que se hicieron ricos. Los nuevos directivos han sido hombres de negocios, con mucha visión y sed de triunfo, pero no saben de fútbol.
Resulta esperanzador ver las nuevas plumas de las águilas. Se están tomando medidas para recuperar la grandeza del club. Pero una playera es una medida superficial, las medidas deben de hacerse desde la estructura del plantel. Se debe de imitar la manera de trabajar de los directivos, técnicos y jugadores de ese equipo de ensueño, no su casaca. El uniforme es muy bonito, pero éste no juega por sí solo.
Al ser americanista hasta el tuétano, resulta imposible no haber escuchado de ese equipo que arrasaba. Es cierto nunca los vi jugar, pero los números hablan por sí solos. Obtuvieron 5 títulos en 10 años, cuando cada año sólo tenía un campeón, actualmente al año hay dos campeones. Un solo equipo ganó el 50% de los campeonatos en disputa. No sólo ganaba, también era espectacular, goleaba a quien se le paraba enfrente. Muchos equipos que no aspiran al título tenían una temporada digna sí derrotaban al gigante. Hoy en día el América es un equipo más.
En esa época todo cambió para el equipo de Televisa. Se les rebautizó como “las águilas”, después de haber sido “los canarios”. El nuevo mote fue acompañado por una estrategia publicitaria ambiciosa. Desde la década de los sesentas, los de Coapa eran conocidos como los millonetas por sus contrataciones y por sus propietarios (dueños de Televisa). Pero en esta década sacaron la chequera e hicieron contrataciones deslumbrantes como la del brasileño Antonio Carlos Santos o el argentino Héctor Miguel Zelada.
El América no sólo era un equipo de extranjeros, se hizo una importante fusión entre foráneos y mexicanos. La base mexicana era principalmente de la cantera azulcrema. Jugadores que habían estado en la institución desde niños, jugadores que sentían los colores como propios. Tal era el caso de Cristóbal Ortega, Carlos Hermosillo, Juan Hernández y por supuesto Alfredo “El Capi” Tena. El denominado Capitán Furia fue el emblema americanista por excelencia. Defensor central de gran fuerza, capaz de parar a los delanteros más habilidosos, era también un excelente rematador de cabeza. Todo un líder en el terreno de juego, militó en la institución por 15 años.
Extranjeros y mexicanos fueron guiados por técnicos que habían jugado para el equipo como Carlos Reinoso, una verdadera leyenda del club. Pero el éxito estuvo principalmente en los directivos. Panchito Hernández fue el presidente durante esa época de esplendor. Hombre honesto que amaba y respetaba a la institución. La clave era que no recurrían a los promotores, la directiva iba directo a Sudamérica a ver a las futuras contrataciones. Se perseguía un beneficio para la escuadra, no un beneficio económico para ellos. No sólo contrataban jugadores, contrataban personas, se les visitaba a los jugadores en sus domicilios, para conocer a sus familias y saber en realidad quienes eran.
El cuadro era imponente porque su estructura también lo era. Había orden y disciplina, los jugadores se morían en la cancha por sus colores, eran guerreros que sabían que el Estadio Azteca es un estadio sagrado. La época dorada terminó y se dejó de producir esos jugadores que sentían los colores. Se empezó a comprar jugadores carísimos que no pudieron con la presión de jugar en un equipo grande. Se recurrió a promotores que se hicieron ricos. Los nuevos directivos han sido hombres de negocios, con mucha visión y sed de triunfo, pero no saben de fútbol.
Resulta esperanzador ver las nuevas plumas de las águilas. Se están tomando medidas para recuperar la grandeza del club. Pero una playera es una medida superficial, las medidas deben de hacerse desde la estructura del plantel. Se debe de imitar la manera de trabajar de los directivos, técnicos y jugadores de ese equipo de ensueño, no su casaca. El uniforme es muy bonito, pero éste no juega por sí solo.